lunes, 14 de diciembre de 2009

EL EFECTO "LIPSTICK"


Un avance hacia la inclusión

UN IMPORTANTE SECTOR DE EMPRESAS DEL PAÍS VIENE TRABAJANDO CONÉXITO EN LA INCLUSIÓN SOCIAL DE LAS POBLACIONES MENOSFAVORECIDAS, INCORPORÁNDOLAS A SU RED DE COLABORADORES

Por: Sara Mejía

un antiguo refrán dice que la solidaridad empieza por casa. Así, ante las presiones de un mercado más competitivo y responsable, el sector de grandes empresas privadas ha ido incorporando este dicho popular en sus políticas, transformando lo que era una idea en una filosofía de manejo corporativo que busca generar valor, no solo en sus empleados y colaboradores directos, sino en la comunidad y el medio ambiente. Esa es, precisamente, la definición más amplia de responsabilidad social corporativa (RSC).

PERÚ EN EL RÁNKING

Mundialmente el Perú ocupa el puesto 45 del Índice de Competitividad Responsable, elaborado por la organización Accountability el 2007 entre 108 países. Se trata de un indicador que recoge el compromiso social y medioambiental de un país en su gobierno, empresas y ciudadanía.

Así, si bien estamos mejor posicionados que Brasil, Paraguay y Ecuador, por citar algunos países vecinos; todavía estamos por debajo de Chile, que ocupa la posición 27.

La conclusión: nos falta avanzar en lo referente a políticas públicas de inclusión, que incentiven a los empresarios a ampliar o continuar en el tiempo con las iniciativas en capacitación, asistencia técnica y el microfinanciamiento de este tipo de programas.

Julio Hernández, especialista en Control de Gestión y Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad de Piura, considera que la mejor forma de medir la RSC de las empresas es a través de la sostenibilidad de sus actividades. Por ello, estas no solo deben buscar rentabilidad para los accionistas, sino que, a la vez, deben satisfacer al resto de grupos de interés que la rodean, actuales y futuros.

“La incorporación de prácticas de responsabilidad social empresarial debe tener un enfoque de largo plazo. La crisis financiera que afrontamos no debe afectar esa visión empresarial de diferenciación, competitividad y contribución al desarrollo”, sostiene el experto.

UN PASO MÁS

Sin embargo, muchos se preguntan si es necesario ir más allá en las iniciativas de RSC y trabajar en temas puntuales, como los negocios inclusivos.

Para José Luis Segovia, asesor principal de Negocios Inclusivos de la Agencia de Cooperación Holandesa SNV, en países con grandes necesidades, como el nuestro, es importante incorporar a las poblaciones de menores recursos en la cadena productiva de la gran empresa, ya sea como consumidores, proveedores o distribuidores, para conseguir no solo una mejora en sus calidad de vida, sino también un sentimiento de inclusión con el medio que los rodea. Ello, sin que tengan que depender necesariamente de la presencia física de la empresa.

De la misma opinión es Lydia Arbayza, profesora principal de la Universidad ESÁN, quien considera que los negocios inclusivos, además de promover una mejora económica de la población con menor poder adquisitivo, contribuyen a que las empresas se desarrollen de manera sostenible. De esta manera, señala, no pierden de vista su objetivo final de generar ganancias y ayudar a superar la pobreza.

Así, los programas de RSC vistos como una inversión a largo plazo se han empezado a alejar de la mera filantropía para actuar sobre necesidades puntuales de los grupos de interés que rodean a la empresa. Estas van desde necesidades de capacitación en diversas áreas hasta la educación de las poblaciones más necesitadas en temas de nutrición y salud.

Día_1 indagó por algunas de estas experiencias y se encontró con varias sorpresas.

PANES A MÍ

Marino Pareja tiene 39 años, es natural de Huanta, Ayacucho, y vivió en carne propia la violencia terrorista de los años 80 cuando Sendero asesinó a su padre. Tenía 18 años y una familia enorme que apoyar, así que no tuvo otra alternativa que venir a Lima con sus hermanos y empezar de cero. Llegó al negocio de la panadería de casualidad y su primer día como aprendiz preparó un kilo de pan. Hoy, Pareja es dueño de la panadería-pastelería Cosmos, ubicada frente al mercado modelo Santa Rosa, en Chorrillos, da empleo directo a 18 personas y produce al día más de 6.000 piezas de pan, 80 tortas y 70 piezas de pan andino fortificado.

Pero, muchas veces, las ganas solas no son suficientes, y Marino reconoce la importancia que ha tenido para su negocio el apoyo de la empresa privada. Alicorp, una de las empresas de consumo masivo más importantes del país, empezó vendiéndole insumos al crédito y, al ver la puntualidad en sus pagos y sus ganas de salir adelante, lo apoyó con capacitación.

“Para mí el crédito que me da la empresa es sagrado y reconozco que nos han ayudado a aprender que no se trata de vender barato, sino de vender productos de calidad. Acá no vendemos pan inflado y como no tengo dinero para publicidad, mi mejor propaganda es dar a probar mis panes y mis tortas a la gente. Ellos prueban, ven calidad y, entonces, compran”, cuenta con orgullo.

Este sistema de capacitación gratuita permanente a los panaderos-clientes de Alicorp incluye temas de preparación y mezclas para panaderías y pastelerías, así como el desarrollo de buenas prácticas de manufactura, limpieza, costos de producción y márketing, tanto como la promoción del consumo de panes elaborados a base de kiwicha, cañihua, quinua, ajonjolí, algarroba, maíz y linaza. “A más capacitación, más negocio”, asegura Pareja.

COMERCIO INCLUSIVO

Otra empresa del rubro de consumo masivo también ha realizado esfuerzos en esa línea: Nestlé. Como parte de su filosofía de cadena de valor, ha desarrollado un proyecto de negocio inclusivo que incorpora a las amas de casa de escasos recursos económicos de los distritos de San Juan de Lurigancho y Ate como parte de su cadena de comercialización, en el rol de asesoras independientes en nutrición.

Esta idea de negocio, denominada Bienestar en Casa, apuesta por un beneficio mutuo, pues para la empresa significa abrir un nuevo canal de venta con enorme potencial y, por otro lado, las distribuidoras-amas de casa obtienen márgenes atractivos frente a los de otros canales, dado que los pedidos son realizados por ellas mismas, luego de pasar por una intensa capacitación en temas de nutrición, técnicas de venta e higiene saludable.

Según estima Gisella Rojo, gerenta de Asuntos Corporativos y Comunicación Externa de Nestlé, estas amas de casa, que a la fecha suman 350 señoras, pueden llegar a ganar entre S/.400 y S/.600 por campaña, vendiendo por catálogo y a crédito productos como leches fortificadas, panetones y toda la gama de cereales. El programa piloto se inició el año pasado y ha tenido tanta acogida que la empresa evalúa ampliarlo a los distritos de Lima sur, una vez que finalice la campaña navideña.

TURISMO INCLUSIVO

La tercera experiencia proviene de la industria sin chimeneas. Teniendo como base la capacitación y la confianza mutua, la empresa de viajes y turismo Cóndor Travel ha llevado acabo un proyecto de desarrollo socioeconómico sostenible junto con la comunidad de Misminay, ubicada a hora y media del Cusco, en el distrito de Maras, a 3.800 metros sobre el nivel del mar.

Este negocio está basado en cuatro líneas de trabajo: un programa de porteadores, uno de artesanías, uno de agricultura y uno de turismo vivencial. El común denominador del programa es la capacitación de los comuneros, que, en un principio, comenzaron a trabajar con la empresa como porteadores en la ruta del Camino Inca.

En base a capacitarlos en el mantenimiento y manejo de equipos, cuidado del medio ambiente, primeros auxilios, evacuaciones en caso de peligro y manejo de alimentos, la empresa fue ampliando las rutas de “trekking” e incorporando a más comuneros en el proyecto. Y así nació el programa de turismo vivencial. Todo ello dentro de una estrategia de comunidad saludable, que no solo busca revalorar las costumbres ancestrales de los comuneros, sino brindar al turista la posibilidad de vivir la experiencia de vida en una comunidad alto andina, con las carencias y riquezas culturales que ello implica.

Así, los turistas que llegan a Misminay pueden convivir con las familias inscritas en el programa y aprender con ellas desde quechua y técnicas para arar la tierra, hasta aprender a cocinar, hilar y probar alimentos locales. O simplemente pueden desconectarse del bullicio de la ciudad y pasar su estadía paseando en bicicleta y contemplando el cielo estrellado de la sierra.

Según explica Carolina Morillas, directora de Responsabilidad Social de Cóndor Travel-HRG, la integración comunidad-empresa es tan grande que cuando otras comunidades interrumpen las carreteras o las vías del tren a Machu Picchu por reclamos sociales o de cualquier índole, los comuneros de Misminay acuden al lugar de conflicto para explicarles los beneficios que el sector turismo representa para un país como el nuestro y para ellos, en particular.

El proyecto que Cóndor Travel empezó hace 10 años, significa hoy una mejora económica para los pobladores de la comunidad de Misminay, al permitir que obtengan ingresos familiares adicionales que superan los S/.500 al mes, mientras que les permite revalorar su cultura y sentirse orgullosos de compartirla y mostrarla al mundo.

EPÍLOGO

A la luz de estas experiencias se abre todo un abanico de posibilidades que las empresas peruanas, de cualquier tamaño y sector, pueden recorrer. ¿Alguien lo duda?

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